08 mayo 2014

Descendiendo a periferia

A veces la vida tiene extrañas formas de resolver el día. De aparcar pensamientos y relativizar problemas. A veces, extrañamente, el día se desata con las peores de las pasiones, esos negros pensamientos y esas negras conductas que destilan en los libros y películas que vemos...
Solo que hoy, esos negros pensamientos eran verdad, las negras consecuencias son reales y los pérfidos sentimientos traen amargas consecuencias.
Día triste para quien buscó respuesta en las armas. Más triste para quien no buscaba nada y se encontró con una muerte sin anunciar.
Yacen los cuerpos apagados de los que un día se llamaron socios y hoy les separan las balas.
Tristes consecuencias para los que se han encontrado tendidos al suelo con una sábana que los diferenciaba de los vivos.
Triste entorno, triste miedo, triste día para un triste duelo en desiguales condiciones.
Inexplicable el frío miedo y los charcos de sangres y lágrimas. Las manos que pulsan el pecho desnudo buscando la vida que se apaga, los cordones de plástico que separan la realidad de los curiosos.
Triste momento que separa la vida de la muerte y que esta vez es tan real como el sufrimiento y las venganzas que destilan por los libros de tanta novela negra.
Resuenan las palabras de mi madre  mi cabeza "que Dios nos libre de una mala tentación", y en la soledad de la noche no puedo más que darle la razón, a mi madre y a Dios.
Qué miedo dan los límites del ser humano, los que tortuosamente se fraguan a la luz del rencor y la ira.

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