06 julio 2010

La suerte de Mi Amiga

Tengo una amiga que tiene una hermana (mejor dicho 3), que tienen un padre y una madre y... no tiene las cejas como una "n". Lo dicho, tengo una amiga que tiene en suerte tener una gran familia con animales y mascotas.
Ella no tiene por lo general más animalitos que los propios de una casa, alguna que otra arañita, una abeja que se cuela cuando no debe, alguna mosca perdida por la fauna de la ciudad, en fin esos animales molestos que acuden al hogar de vez en cuando.
Así pues ella evita toda clase de mascotas, y doy fe que le han insistido hasta la saciedad para tener hamster, perros, gatos, galápagos, peces... en fin, toda clase de animales bestias o ganados.
El caso es que ella persiste en no tener mascotas, pero las hermanas, progenitores y demás familiares le otorgan el increíble honor de cuidar a sus mascotas familiares.
Así pues, cada cierto tiempo, le piden que limpie y ponga de comer a los periquitos, peces, tortugas y demás amigos de San Francisco. Y ella, pulcra, obediente y conciliadora se acerca a alimentarlos.
Pero como la naturaleza no entiende de delegaciones y otros menesteres resulta que cada vez que esto ocurre uno de los animales fallece.
Así pues, hace dos veranos o tres murió el periquito. Cuando toda la familia retozaba en la playa, mi amiga asistía a la defunción de tan ilustre animal.
Este año ella, como siempre, decidió brindarse a tan ilustre tarea. Y ya cercana a la noche, en la morada de la tortuga - galápago mi amiga ha visto como este amable animal flotaba en su oasis.
Según su hermana es porque igual se "ha acostumbrado a no comer", ¡la pobre!.
Tiene suerte mi amiga, las tareas se le acaban pronto, ella se empeña en cuidarlos y ellos en morirse mientras sus dueños se marchan de vacaciones.
Pobre amiga mía, sus hermanas en la playa y ella asistiendo a los moribundos animales.
Dentro de 2 veranos prometo no dejarle a mi cargo ninguna de mis arañas, mosquitos o mariquitas infiltradas en mi terraza. Más que nada por ahorrarle un rato amargo, un funeral atropellado y tener que recordar mi casa con tan molesto ajetreo.
Y pensar que no quiere comprarle un perro a su hijo...

3 comentarios:

  1. Me temo que conozco a tu amiga.

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  2. Temes bien amiga, temes bien... otro animal perdido.

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  3. Que Dios se apiade de su alma. La de nuestra amiga, claro.

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