03 enero 2011

Empieza el año 2011

Empieza el año y con las prisas veo que se me olvidaron algunas cosas.
Olvidé llorar a tiempo las caídas por las escaleras y por eso mis hombros a veces se resienten.
No supe reflexionar siempre lo que decía, seguramente con ello me granjeé opiniones negativas.
Perdí la oportunidad para decir te quiero a diestro y siniestro, a todos los que quiero y a los que querría querer.
Veo que empieza el año y olvidé preparar la batería de deseos, ni tan siquiera uno. Estaba embobada en ver cómo mi sobrina cogía, con sus manitas de 2 años, las medias uvas y al grito de "he ganano!!" se metió las últimas en la boca mientras todos reíamos la carrera.
No he deseado nada con cada campanada.
No me puso nada rojo, ni siquiera me arregle con falda, escote y alguna prenda nueva para recibir el año como quería que me tratase.
No deja de sorprenderme días más tarde que el centro de las campanadas no fueron los deseos, ni las peticiones, ni siquiera el anhelo de un año mejor.
Casi casi me siento vacía, sin ninguna ilusión en el bolsillo o en la recámara, así dispuesta a decirla a voz de pronto si me entrevistan por la calle. Me resulta extraño no haber estado atenta a ningún ritual con el que contagiábamos al resto de la casa...
Pero por extraño que parezca no siento pena, ni rabia, ni nada. Por primera vez las uvas no desgranaron deseos, solo acompañaba con la mirada a Inés que al quinto de golpe de campana decidió terminarlas.
Así que así empiezo mi año, sin deseos preparados, con alguna pena enganchada del año anterior y que sé que no se borrará en breve, sin rituales de magia, ni prendas rojas que me traigan suerte, ni siquiera con el firme propósito de intentar apuntarme al gimnasio, ni aprender ingles, ni... me resulta extraño.
A veces creo que este otoño se está extendiendo demasiado.
Prometo encontrarme tiempo para desear 12 cosas para este año 2011.

PD: Feliz año a todos los que os asomáis a esta Posada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sugerencias