20 mayo 2011

Esperar

Qué difícil es esperar. Esperar con serenidad las noticias que ansias escuchar.
Esperar con entereza el resultado de algo, esperar con acierto la resolución de una u otra cuestión.
Me resulta difícil esperar, esperar algo o a alguien. Siempre encuentro un punto de nerviosismo en la espera, una flaqueza interior que me hace permanecer en tesión, que me hace respirar un poco menos fluida, que me retuerce el estómago.
Pero de todas las tensas esperas, si duda la peor son las que se producen a las puertas de los hospitales.
Esperar las noticias de un médico, esperar que suban y bajen a tu familiar o amigo más cercano que nunca en ese trance.
Esperar, entre ruidos que te parecen mentira que deformen la tensión propia. Entre murmullos que no son tuyos, batas de enfemeras y pijamas de médicos, esperar entre nervios contagiosos y tensiones que se amontonan en los pasillos. Entre pacientes que como tú ya tuvieron que esperar o siguen esperando.
Esperar.
No conozco peor verbo aquí y ahora que pueda conjugar en primera persona.
Y el único que me calma es orar, respirar profundo y rezar.

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