21 abril 2010

Cambiar mi cuerpo

Estoy alimentándome de otra forma y el objetivo es perder peso.
Diría que estoy a régimen pero es mentira. Es más bien dejar de comer y alimentar mi cuerpo de otra forma.
Porque para mi comer no es sólo una fiesta, ni un placer, sino la absoluta libertad de comer cuando quiero, cuando me apetece y cuando me viene bien. Dice el médico que eso a algunas personas no les pasa factura y a otras nos deja un porcentaje de peso superior a la media. Yo estoy en éste último grupo.
El caso es que he dejado de comer de cualquier forma y aparentemente soy más ordenada: desayuno, media mañana, comida, merienda y cena.
Aun así parece ser que funciona.
El domingo mi madre, con ojos de lástima y compresión me preguntaba si pasaba hambre o no.
Y no, la verdad es que no. No es hambre, ni envidia, ni asco, ni nada así... es más bien nostalgia.
Creo que es ese el sentimiento, como cuando te alejas de tu ciudad para un viaje largo, muy largo. Y mientras, sabes, que tardarás en volver y vas añadiendo a tu retina olores, sabores, colores... para no olvidar tu tierra. Pues algo así...
Cierta nostalgia.
Sigo deseando que pasen los días, aun pienso demasiado en la comida y anhelo el día en que mi pensamiento recurrente no sea cómo inventar algo que sepa a sabores que yo conocía y que hoy me parecen que hace miles de años que no los reconozco en mi paladar.
Pero estoy bien con esta decisión de cambiar mi cuerpo. Quizá llega demasiado forzada por los avatares de la "traumatología", pero en cualquier caso aquí estoy y esto ya lleva unos días.

2 comentarios:

  1. Hambre, asco, ganas de vomitar, dolor de estómago...
    Creo que algo no estoy haciendo bien ehhh...

    ResponderEliminar
  2. Adelante, mi valiente. La nostalgia es inevitable pero el irse de algún sitio y de algunos vicios, también tiene sus ventajas.
    Mira quién te lo dice, que no hace más que nostalgiarse encima. Un beso.

    ResponderEliminar

Sugerencias