Y si mi boca no tiene mucha voz seguro que es porque tengo que oírme.
Así pues encaro este ayuno, nada voluntario, de palabras y frases con la firme decisión de escuchar.
Si debo aprender o no me lo darán estos días, de los ya pasados intuyo algunos aprendizajes y soy conscientes de algunas actitudes personales.
Pero aun así no espero nada, no presionaré con mi ansia lo que debe o no ocurrir, tan solo dejaré que pase. Guardaré silencio y con ello espero que mi voz vuelva, mi laringe recobre su habitual estado o incluso mejor, y si es posible mi actitud, mi pensamiento y salud mejore.
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