06 febrero 2010

Días de vino y espinas

Curiosamente tu planificas un día, y sólo la muerte rompe los planes.
Hoy, en los tiempos en lo que todo lo tenemos planeado, medido, cronometrado, seguimos creyendo que el tiempo nos pertenece.
Planeamos las vacaciones que no han llegado, el año próximo, cuándo tendremos los hijos, que haremos al terminar la carrera... Y sólo la muerte nos vuelve a situar en la cuerda del presente.
Llamar a la funeraria, avisar a los amigos, contratar las flores... de repente el presente se hace más presente. No importa ayer, ni mañana. Sólo ahora.
Para brindar con vino ayer, para hoy las espinas.
El mismo encuentro en lugares distintos, y las que ayer levantamos la copa, hoy acompañamos el cuerpo.
Días de vino y espinas, y parece ser que ya la vida será ya así siempre.
Imagino que el precio de ser adulto es encontrarte con días de todo, con días de nada y al final... no encontrarte.
Hoy suena amarga esta entrada, pero yo diría que más que amarga es nostálgica.
Lo que recuerdo de niña, de adolescente y joven ya no concuerda con lo que hoy pasa. La fiesta, el encuentro, la fe y la compañía de entonces no será la misma que la de esta tarde.
En los cimientos de mi vida hay muchas personas, momentos especiales y muchos recuerdos de oraciones. La oración de esta tarde, será de despedida.
No sé si mi fe me alcanza para rezar hasta siempre, o hasta luego.
Así pues, simplemente rezaré, como entonces y como hoy sé.

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