23 agosto 2010

Mis primas

El valor de las cosas no siempre se aprecia en la primera impresión. Así que es normal que cuando llegué al mundo no pudiera apreciar con toda claridad el valor, el importante valor de mi familia.

Luego los días nos acercan y nos alejan de aquellos con los que se comparten apellido, y a veces ocurre que llegas a la tardía edad en la que descubres que tienes primos y primas más allá de bautizos, comuniones y algún que otro entierro.

Por eso no dejo de sorprenderme cuando la vida nos encuentra, que a veces no es cara a cara y otras no en la mejor de las situaciones, pero cuando ocurre me siento bien de tenerlos cerca.

Y no sólo me siento bien, sino que un sentimiento de orgullo y pertenencia me nace hacia ellas, es como si yo misma me reconociese en esta familia, como si al oír algo bueno de ellas se desatase en mi un sentimiento de orgullo patrio que me impulsa a declara en voz alta y para que todos se enteren que “es mi prima”, “que es de mi familia”.

Quizá resulte extraño para aquellos que tanto han jugado con sus primas y primos, para los que se encuentran de cañas o se visitan frecuentemente. Pero para mi resulta casi casi novedoso. Así que me dejo seducir por este nuevo sentimiento de pertenencia más allá de los más cercanos y me dejo llevar por la alegre sensación de decir “es mi prima”.

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